Mariela no se moría de hambre, pero tampoco andaba en buena situación. La neta, vivía al día. Como muchos, se le metió en la cabeza irse “por el Hueco”, cruzar al norte, llegar a la Gran Manzana. Después de mil broncas, de pasar sustos y tragos amargos, por fin lo logró: aterrizó en el Bronx.
No tardó mucho en hallar chamba en una fábrica de ropa cerca de su depa. El dueño era un tipo medio raro, pelón, que para disimular lo calvo se ponía unas gafas de sol arriba de la cabeza. Parecía más bien un hombre lobo de oficina. Un tal Mr. Wolfstein.
Le ofreció trabajar de vigilante en la jornada nocturna.
La primera noche, eran como las dos de la mañana, y Mariela, con su linterna en mano, iba revisando la bodega donde guardaban los vestidos. En eso, se enredó con un disfraz de Caperucita Roja. No supo ni cómo ni por qué, pero se lo puso. Al mirarse en un espejo, pensó que se veía preciosa.
Como si algo la jalara, salió a la calle con el disfraz puesto. Caminó por callejones oscuros, llenos de gente que parecía muerta en vida: adictos al fentanilo, tirados por ahí, con la mirada perdida. Nadie le dijo nada, nadie la miró siquiera.
Cuando salió del estupor, se regresó a su casa.
Aún traía la caperuza. Intentó quitársela, pero no pudo: la tela se le apretaba al cuello. Jaló y forcejeó, pero la capa se le enroscó al cuerpo, subiéndole por el pecho, sujetándole los brazos. La capucha empezó a cerrarse sobre su cabeza, como si quisiera aplastarla.
Ocho días después, el casero llamó a la policía porque del departamento salía un olor chingón.
La encontraron desnuda. Sin papeles, sin nombre. No hubo ni una línea en los periódicos, ni una nota en los noticieros. Su cuerpo terminó en el horno crematorio del ayuntamiento. Nadie fue a reclamarla. Nadie.
Muchas gracias por participar con este relato en el homenaje a Carmen Martín Gaite.
ReplyDeleteHola, un relato muy bien ambientado. La chica llegó con todas las ilusiones a la gran manzana, pero terminaron pronto. Demasiado inocente para lo que allí ocurría y demasiado dura su corta estancia allí. Lo peor, también, es que nadie la reclamara, ¡qué triste! Aunque si lo hubieran hecho, en vida, quizá esa suerte no hubiera ocurrido...
ReplyDeleteUn abrazo. :)
Corto, pero desde luego contundente Con un lenguaje a pie de calle del Bronx., que no lo conozco ni puta idea pero imagino, nos los pone delante d los ojos y yo me lo creo. Veo a Mariela, precaria, con la obsesión de conocer la Gran Manzana aunque fuera casi vecina, y sin embargo, hay una frontera socialhay una fronteral social kilométrica. Y eso es lo que he visto. La diferencia.
ReplyDeleteEs muy visual el tratamiento de los personajes, el pelón con las gafas en la cabeza… lo corridito del lenguaje sin prosopoetas ni líricas porque no toca.
Esas calles peligrosas,bosque lleno de manada de lobos feroces urbanos, y el final demoledor.
Quizás demasiado rápido el desarrollo final, y eso no se hace, dejarnos con las ganas de saber un poquito más de cómo ocurrieron las cosas
Una curiosa.
Sinceramente, este relato necesita más palabras porque nos dejado con las ganas de saber más detalles. Seguro que tu puedes.
Mal negocio se le metió en la cabeza. De México al Bronx, de la sarten al fuego.
ReplyDeletePero refleja muy bien el espíritu de la novela. Superar el miedo. Atreverse ante un "peligro" . Incierto, el miedo a lo desconocido.
Salió mal como podía haber salido bien.
De vieja se hubiera arrepentido de no haberlo intentado.
Abrazoo
Hoy se me enredo la manga de una camisa que me estaba colocando, me asuste bastante y la lance lejos.
ReplyDeleteQue buen fragmento de una historia en donde objetos que se animan entran en escena, me ha encantado mucho, reponde muy bien al tema de la caperucita con el transfondo newyorkino a su vez haciendo denuncia de como es la vida de tantos inmigrantes que van de mexico hacia el Norte que muchas veces cobra la vida de los aventureros que huyen de condiciones precarias y pobreza.
Me quito el sombrero!
Me ha encantado tu relato! Mariela quedó atrapada por el personaje, o mejor dicho, sintió la atracción de la poderosa capucha roja y ya no hubi vuelta atras! Final potente! Te felicito! Mucha suerte en el comcurso! Un abrazote!
ReplyDeleteUn relato muy dinámico y con un gran final, metafórico y triste. Mariela sucumbió asfixiada por esa gran ciudad que tanto prometía.
ReplyDeleteUn abrazo y suerte en el concurso.
PD: Creo que el título del relato es "The Bronx", pero en la página del Tintero aparece como "Goliat el goliardo", que presumo que es el nombre de tu blog.
La descripción de la precaria existencia de Mariela, su trabajo nocturno en una fábrica y el encuentro con un disfraz de Caperucita Roja que cobra vida para asfixiarla crean una atmósfera opresiva y desoladora. Los detalles –el jefe calvo con gafas de sol, los adictos al fentanilo, el olor que alerta al casero– pintan un retrato crudo de la marginalidad. La narrativa destaca por su crítica implícita a la invisibilidad de los migrantes y su uso del disfraz como metáfora de una trampa mortal. Tu relato invita a reflexionar sobre las promesas rotas del sueño americano y la fragilidad de quienes se pierden en él.
ReplyDeleteSaludos